Las redes sociales llegaron a revolucionar lo que conocíamos como marketing tradicional.
La inmediatez de los contenidos ha cambiado el estilo de vida. La forma en la que se consumen información, bienes y servicios se transforma constantemente.
Un aspecto importante para el éxito de cualquier avance tecnológico es su facilidad de adopción. Las redes sociales son el nuevo punto de reunión, por lo que buena parte de la gente se encuentra ahí y sabe utilizarlas.
Al ser parte de nuestro estilo de vida, las redes sociales parecen ser algo que cualquiera domina; sin embargo, tener una cuenta y utilizarlas como una herramienta para alcanzar objetivos específicos de marketing son cosas muy distintas.
Facebook ha cambiado rápidamente, y no precisamente para bien. Antes, con una inversión baja, otorgaba un alcance mayor al de los medios tradicionales; ahora, incorpora anuncios personalizados a través de algoritmos, minería de datos, píxeles de seguimiento, entre otros. Aunque la relación inversión/costo puede seguir siendo inferior a la de medios masivos, sus políticas se han transformado al grado de que un buen nivel de interacción y alcance requiere no solo una inversión monetaria considerable, sino una estrategia digital robusta.
Gestionando redes sociales sin una estrategia digital
¿Qué tan difícil puede ser? Llevar las redes sociales —o el marketing digital— se trata de publicar contenidos y responder comentarios, ¿no? La respuesta no podría estar más alejada de la realidad.
Un buen manejo de redes sociales es aquel que está planeado a partir de las necesidades y objetivos particulares de una empresa, producto o servicio, por lo que debe siempre contar con una estrategia de respaldo. En esta se debe contemplar tanto el modelo de negocio como los recursos disponibles, tiempo, alcance, etc.
Realizar esfuerzos en redes sociales sin una estrategia y planeación es un desperdicio de recursos; además de que una mala gestión puede ser incluso contraproducente para la marca o la empresa.
De igual forma, una estrategia que no está alineada con un modelo de negocio, o que no está hecha a la medida de la empresa, puede perjudicarla más de lo que la beneficie.
Un ejemplo puntual
Supongamos que una empresa quiere implementar esfuerzos de marketing digital para generación de leads, y acude con una agencia, la cual —además del costo de la iguala mensual— le solicita un presupuesto adicional para inversión en pautas. Así, estas se echan a andar, y el número de leads es incluso mayor al que se había pronosticado para ese presupuesto.
Pero ¡oh, sorpresa! Resulta que la compañía no cuenta con la fuerza de ventas suficiente para dar atención a todos los leads generados, por lo que el porcentaje de conversión es muy bajo, ya que estos en realidad no están calificados.
Entonces, ¿qué sucedió? Cantidad no equivale a calidad. Se está requiriendo una inversión de tiempo de los agentes de ventas que no es redituable.
Este escenario cambiaría si se realizara una estrategia digital a la medida de las necesidades y recursos de la empresa.
Hoy en día, pareciera que en realidad existe una gran oferta de expertos en marketing digital; sin embargo, pocos implementan estrategias integrales pensadas para optimizar los recursos y cumplir con las necesidades de un negocio.